“DON ROMÁN” EL BOLERO QUE ASEÓ EL CALZADO DEL PRESIDENTE DE MÉXICO
Corría el sexenio de 1964 – 1970 cuando, en una de las giras de trabajo del Presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, llegó a la ciudad –o en aquel entonces pueblo- de Hidalgo del Parral, donde pidió que le asearan el calzado, y por fortuna, fue don Román Luna, quien se desempeñaba como bolero ambulante el que realizó el servicio y el orgullo lo inundó totalmente.
Román Luna Jurado nació en el revuelo de la tan lamentable Segunda Guerra Mundial en 1945 en una pequeña localidad al sur del estado de Chihuahua, en Balleza. Creció en aquel municipio hasta que, por motivos privados al interés público, se trasladó a la capital del mundo, donde hizo familia, amistades y donde descansan sus restos como buen parralense.
Hijo del Sr. José Luna Vega y de la Sra. Refugio Jurado Chavira. Creció bajo una figura siempre femenina, la de sus hermanas: Leonarda, Fermina, Pánfila, Felipa, Monserrat, Manuela y Maura, quienes le dieron un poco de su vida por ser el hermano menor y el único hombre, hasta que cada una fue formalizando su vida en matrimonio. Años más tarde Román contrajo nupcias con Vera Luz Villanueva González entre los años de 1980 a 1985. Sin embargo, ya tenían a tres de sus hijas: Rosa Angélica, Erika Lorena y Mayra Guadalupe, más tarde llegaron Jesús José, Lluvia Aracely (quien desafortunadamente perdió la vida a los pocos meses de nacida), y por último César Antonio.
El pilar y la figura paterna en la familia Luna Villanueva era muy ausente, sus obligaciones diarias eran mantener fuerte a la familia, brindarles educación, salud y alimentos, por lo que a diario Román salía a buscar ingresos para sostener a su familia. Desde mensajero para una importante cadena de radio, hasta limpiador. Sin dejar de lado sus herramientas para bolear que cargaba desde su hombro.
Caminaba hasta lo más alto de la ciudad y regresaba hasta el centro. En el transcurso del camino boleaba a quienes se lo pedían. Su carismática y amable forma de trabajar quedaba grabada en cada cliente, quienes gracias a ello, lo seguían buscando en múltiples veces.
Don Román, en algunas ocasiones, contó que en aquellos tiempos, llegaba a conocer casas lujosas en la ciudad, con pisos de mármol, grandes ventanales y personas importantes, desde su simple función de bolear zapatos. En sus anécdotas, don Román contó como en una ocasión, él se encontraba como de costumbre buscando clientes, hasta que de pronto, un hombre de buena vestimenta le tocó el hombro y le dijo que lo requerían en la plaza para un servicio, a lo que accedió. Al llegar, el hombre le informó que aquel que estaba de pie era el mismísimo Presidente de la República, y que querían que lo boleara. Don Román accedió sin querer cobrarle al terminar, pero el presidente se negó rotundamente y le pagó una cuantiosa cantidad por su servicio.
En su larga trayectoria pudo hacerse de un lugar fijo para bolear, consiguiendo un espacio en la Plazuela Guadalupe Victoria que se encuentra atrás de la Catedral de Guadalupe. Con una fuente que refrescaba con su agua tan clara que emergía de su punta, unos árboles tan verdes que rodeaban la plazuela, y el paisaje tan brillante y natural que ofrecían las palomas que sobrevolaban al área.
Fue a finales del año 2020 cuando comenzó con problemas de salud lo que lo llevó a cerrar el sillón, pero luchaba constantemente en cada recaída y volvía nuevamente a él para saludar a sus amigos y clientes y seguir previendo de alimentos a su familia. Sin embargo, dos años más tarde la recaía fue más compleja a tal nivel que fue internado en un conocido hospital de su pueblo querido, donde lamentablemente la mañana de aquel jueves 13 de enero el señor lo llamó a la eternidad.
Descanse en paz, Román Luna Jurado.