Entre danzas, alimentos y artesanías se celebra la diversidad cultural de Chihuahua

Por Viviana Yolitzin Mendoza

El Festival de Artesanías Sekáti Newarame (hecho a mano) de la Secretaría de Pueblos y Comunidades Indígenas se realizó este fin de semana (10, 11 y 12 de noviembre)  con la venta de artesanías y sabores auténticos con un beneficio de más de 50 familias que conforman la Red de artesanas y artesanos de Chihuahua. 

Este domingo, desde aproximadamente las diez de la mañana, esta propuesta quedó envuelta en otra tradición perteneciente a las comunidades indígenas y que se ha convertido en una tradición para los habitantes de la ciudad de Chihuahua a pesar de que los danzantes ya no pertenecen únicamente a las comunidades indígenas. 

Esto fue la llegada de cerca 50 grupos de matachines de toda la ciudad,  se abrió la temporada de peregrinaciones en las  que los danzantes dan inicio a los recorridos al santuario de la Virgen de Guadalupe hasta el 12 de diciembre, día de su celebración.

Acerca del origen de la danza de los matachines que nos han llegado desde la cultura rarámuri hay información interesante de la Gazeta de Antropología, 2005, 21, artículo 29.

“(…) Desde un punto de vista histórico las danzas rarámuri se pueden clasificar en una doble categoría: danzas autóctonas, en donde se incluirían el jícuri, el bacánowa, el yúmari o tutuburi y el pascol; y danzas de influencia colonial en donde se inscriben los pintos y fariseos y los matachines. En cualquier caso, independientemente del origen histórico de las danzas, todas ellas son hoy por hoy parte del acervo cultural rarámuri, de la tradición viva que se siente como tal y afianza los vínculos como pueblo.

Resulta difícil reconstruir la historia de los matachines en la Tarahumara y de los significados originarios que se le atribuyen debido a la ausencia de documentos escritos en torno a esa época. Los incendios que sufrieron las iglesias y los archivos en tiempos de la Revolución Mexicana acabaron con esa posibilidad.

Tratándose de una danza de origen europeo, lo que constituye una incógnita es conocer su procedencia concreta dentro de ese continente. Las versiones más comunes hablan de un origen español, “matachín” es sinónimo de “mata moros” y con tal danza se trataría de representar la lucha entre moros y cristianos presentes en las morismas, fiestas llevadas por los españoles a México. “

“Sin embargo también hay indicios que hacen pensar en un posible origen italiano, habida cuenta de los datos históricos encontrados y las analogías existentes aún en la actualidad.  A mediado del siglo XVI en la literatura italiana aparece repetidamente un personaje entretenedor en fiestas, a modo de loquito con máscara que hace payasadas, son los “mattaccini””.

En la plaza, en el pasillo entre los locales del  Festival de Artesanías Sekáti Newarame se podía ver a los enmascarados amenazar con un látigo, y poses burlonas, jugar y posar con quienes les pedían tomarse una fotografía con ellos, antes de integrarse a las danzas marcadas por el ritmo de los tambores, los cascabeles y las pisadas de los más de 100 bailarines presentes de las distintas compañías.  

Con las tres plazas conocidas en general como “Plaza del Ángel” llenas de bailarines y visitantes atraídos por el sonido de los tambores  hasta aproximadamente las tres o cuatro de la tarde, cuando iniciaron el recorrido al Santuario de Guadalupe.

Bajo un cielo opaco, con una llovizna que podía convertirse en lluvia, tal como pasó en la Sierra Tarahumara, la celebración de los matachines en el ciclo festivo de invierno coincide con el final de un ciclo agrícola y el inicio de otro. Es en octubre cuando se termina la pisca o recogida del maíz en la milpa, y entre enero y febrero cuando se comienza a arar (barbechar) la tierra para la nueva siembra. El invierno, pese al rigor del clima es tiempo de abundancia y bienestar, los silos están más llenos que nunca de maíz, y el frío acaba con los virus que hacen enfermar, aunque a veces también acaba con las personas; es tiempo de alegría y los matachines así lo expresan con una danza dinámica, cargada de colorido en su vestuario y acompañada de sones divertidos.

Es tiempo para reafirmar o restablecer la armonía con la comunidad antes de comenzar el nuevo ciclo agrícola y despedirse de todos los presentes tocando el hombro y estrechando la mano al modo tradicional uno por uno, expresando al mismo tiempo sus buenos deseos.

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