Teatro y Poesía reflejan la complejidad del ser humano en los libros “Calina” y En los brazos de la abuela”
Por: Viviana Mendoza Hernández
El pasado sábado 20 de noviembre a las 6:30 de la tarde los escritores Rebeca Favila y José Santillanes realizaron la presentación del poemario “En los brazos de la abuela” y la pieza de teatro “Calina” en el Centro Cultural Universitario Quinta Gameros.
La familia, las generaciones, el amor, el hogar, son temas que coinciden en los dos libros al grado que José Santillanes los describió como el lado luminoso y el oscuro “un blanco y un negro” de la perspectiva. Hablar de cómo cada generación tiene sus propias ideas y experiencias, sobre la familia, el amor, la amistad y la muerte.
La vejez está muy presente en los dos libros, una negativa a relegar a la persona, adulto mayor” que no debe encasillarse en el personaje sabio, ni en el que sólo puede compadecerse “¡Ay qué lástima!” cuando en realidad tiene perspectivas de vida distintas a las generaciones más jóvenes.
Es la experiencia de los dos creadores que comenzaron los proyectos dentro de talleres literarios, han publicado en convocatorias del Instituto de Cultura del municipio de Chihuahua y que colaboran en sus proyectos como puede verse en sus semblanzas:
Licenciada en Letras españolas por la UACH. Autora del poemario “En los brazos de la abuela” (Instituto de Cultura del Municipio de Chihuahua, 2021) y la plaquette de poesía Contemplaciones (Sangre ediciones + Poetazos). Es parte de las antologías de poesía “No haremos obra perdurable” (Sangre ediciones, 2019), “Novísimas, reunión de poetas mexicanas” (1989-1999) (“Los libros del perro”, 2020) y “Quivara: una ciudad de polvo” (Editores UACH, 2021). Mención honorífica en el Premio Estatal de Literatura Joven Rogelio Treviño de Poesía con “Apocalipsis, o de cómo sueño que se acaba el mundo”. Es parte del consejo editorial de la revista “Fósforo, literatura en breve” y coordinadora de “Bookí”, encuentro de literatura.
Dramaturgo y promotor cultural. José Arturo Santillanes Hernández es licenciado en Letras Españolas, por la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH. Su obra ensayística y dramática , ronda diferentes medios digitales e impresos. En 2018, cursó el diplomado en creación literaria, ofrecido por el INBA. Su escritura ha sido acreedora de importantes becas y galardones. Es miembro del comité editorial de la revista “Fósforo, literatura en breve”. Forma parte de las agrupaciones Carpe Diem, Colectivo de “Teatro Frontera”, “Insomnio”, donde participa tanto en la dirección como en actuación.
Esto le permitió comenzar la presentación de los libros con una representación de un fragmento de “Calina” en el que se dio a conocer la mayoría de los personajes, dos de los femeninos y dos de los masculinos, cuyas circunstancias desarrollan un juego para el lector y el actor porque cada personaje cuenta con sus propias herramientas de supervivencia. Tres generaciones de mujeres (nana Modesta, Eduviges y Martina) viven en medio del desierto con otros tres personajes masculinos.
Los personajes parecen vivir en un encierro permanente, en una casa que parece estar en tinieblas, entre polvo y telarañas. Eduviges, uno de los personajes exclama: “¡Parece cajón de muerto!” y otro (nana Modesta) sentencia “Ya no hay nadie ahí afuera, esta casa se quedará de pie hasta que el mundo acabe” en una de las partes del análisis que la escritora y docente Victoria Montemayor (licenciada en Lengua y Literatura Modernas Letras Italianas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM) quien revisa con cuidado algunos aspectos de la literatura clásica que pudo detectar al leer la obra, como un detalle de “La Celestina” el nombre de un personaje masculino Eurípides, el personaje de rojo con que inició la escenificación donde se da a conocer al enfermero contratado (aunque parece secuestrado) para ayudar a cuidar del abuelo.
El autor tuvo que recalcar que la obra surgió antes de la pandemia de COVID 19 aunque si plantea la perspectiva de personas que tuvieron que adaptarse al encierro, sobrevivir apegándose a la memoria y las dudas existencias que generan el aislamiento.
Por el lado del libro de poesía “En los brazos de la abuela”:
Ruby Myers, autora del libro “Entre café y jazmines”, “calendario para las golondrinas” de nacionalidad tanto mexicana como estadounidense, que (como ella menciona) encuentra la pasión por la escritura en el 2012 fue miembro del del taller de poesía “Alí Chumacero” del maestro Enrique Servín y el taller de creación literaria del Instituto Chihuahuense de la Cultura. Fue quien dio voz a algunas de las poesías de Rebeca Fávila además de reconocer su evolución como escritora.
Rebeca Fávila por su parte explicó que el libro tuvo cambios antes de ser terminado. Comenzó con un proyecto para honrar a la familia, y terminó enfocándolo en las mujeres que la han influenciado. Comenzando con una parte dedicada a las antepasadas, para seguir con expresar los sentires de las mujeres y terminar con un aspecto un tanto autobiográfico acerca de lo que ella es en la actualidad gracias a las experiencias anteriores de las otras mujeres.
Leyó algunos ejemplos, uno por cada fase, como este (una disculpa si no está escrito como debe):
“Ahí de donde vengo siempre hay flores, los perros ladran y la sombra solo cubre un cacho de terreno. Ahí crecieron mis pies y se me llenó el cuerpo de lunares.
Ahí regué los árboles con los recuerdos que se me escurrían de los ojos porque el agua de la manguera ya no daba abasto para todos los huecos que dejaron los abuelos. Ahí me corté el cabello unas cuantas veces porque se guardaron olores que mi nariz no toleró más.
Ahí siempre tomo té cuando mi alma se enfría
Ahí, sola, me miro al espejo, hago caras lloro grito y me levanto siempre sonriendo.
Porque afuera nadie entiende por qué llora uno cuando se le quema una tortilla”.
En la presentación también se habló de otros lazos que los autores tenían, no sólo por compartirse las lecturas, sino porque uno de los actores presentes en los primeros minutos estaba en la portada (por votación) y fue Rebeca quien ayudó a maquetar el libro al final. Se cuestionó acerca de la imagen materna y se terminó reconociendo que los lazos emocionales vienen de la convivencia más que de los conceptos que todos tenemos, de cómo deberían de ser las cosas, porque todos venimos de distintas experiencias que se vuelven universales una vez que son expresadas.